Recomendaciones
El pediatra debe contribuir a la adquisición de hábitos dietéticos sanos durante la infancia, teniendo en cuanta que las grasas constituyen durante los primeros dos años de vida el principal aporte energético total. Se debe contemplar la enseñanza a los padres de una correcta alimentación que considere el consumo y la calidad de las grasas desde la infancia. Dado que el consumo adecuado de ácidos grasos y colesterol, disminuye sensiblemente la expresión de las dislipidemias poligénicas, evita los efectos dañinos del colesterol alto sobre la pared arterial y cumple la función de prevención de la enfermedad cardiovascular.
Una “dieta prudente”, con moderados cambios es más importante que la supresión de alimentos específicos. La dieta de niños sanos mayores de dos años debe estar constituida por alimentos variados, ser adecuada para la edad, a la tasa de crecimiento y a la actividad, con un aporte calórico que asegure el mantenimiento de un peso normal. El consumo de calorías proveniente de las grasas no debe ser mayor de 30 % de las calorías totales, las grasas saturadas no deben superar el 10 % del total y el consumo de poliinsaturados y monoinsaturados debe ser de 10 % aproximadamente.
La falta de fibra en la dieta aumenta la absorción de colesterol. O sea que el aumento de fibra dietario, especialmente la fruta (pectina) y las verduras (ligninas) inducen el descenso de colesterol sanguíneo.
La tendencia actual hacia un consumo disminuido de grasas saturadas, colesterol y sal, junto a un aporte aumentado de grasa poliinsaturadas, puede aplicarse con moderación en niños mayores. Para eso es importante:
* Reemplazar la manteca o margarina común por margarinas 0% trans.
* Utilizar aceites vegetales en pequeñas cantidades y en crudo. Para cocinar utilizar rocío vegetal.
* Considerar las grasas ocultas o “no visibles” que se encuentran en las golosinas, helados, galletitas, tortas, mayonesas, etc.
* Consumir lácteos descremados.
* Incluir en la alimentación aceite de oliva y de canola, ricos en omega 3,6 y 9.
* No re-utilizar el aceite de las frituras.
* Consumir productos con bajo contenido de grasas trans o hidrogenadas (leyendo la composición de las etiquetas obligatorias) según normas que entraron en vigencia a partir de 2006.
* Se sugiere disminuir progresivamente la ingesta de aceites hidrogenados, presentes en galletitas, pan, facturas, chocolates, alfajores, productos de copetín y fast food.
* El aumento de la actividad física por sus efectos sobre la función cardiovascular, la adiposidad y los lípidos séricos es beneficioso. El realizar una actividad aeróbica durante 20 minutos tres veces por semana, aumenta el colesterol HDL. Los preadolescentes activos tienen niveles más altos de colesterol HDL y niveles más bajos de triglicéridos, a pesar de que consumen más calorías.
Conclusiones
* La mayoría de los niños no presentan sintomatología, por eso es importante realizar un rastreo cuidadoso y objetivo de las familias con antecedentes de enfermedad coronaria precoz (antes de los 50 años).
* Es importante tener en cuenta el tipo de alimentación en la aparición y el mantenimiento de niveles plasmáticos elevados de colesterol total y LDL, particularmente en niños mayores.
* La OMS recomienda limitar la ingesta de grasas, sustituir las grasas saturadas por grasas insaturadas y tratar de eliminar los ácidos grasos “trans”, leyendo cuidadosamente las etiquetas de los alimentos.
* Aumentar el aporte de verduras, frutas, fibras.
* Evitar las frituras, chocolates, grasas y manteca.
* Consumir pescado una o dos veces por semana (aporta grasa monoinsaturadas)
* El chocolate no se recomienda en los niños pequeños por la complejidad de sus grasas y por el contenido de ácido oxálico, que disminuye la absorción de calcio. Es conveniente limitar la ingesta de alimentos salados como papas fritas, frutos secos y palitos salados.
* Recordar que las barritas de cereal aportan fibras.
* Normalizar el peso si es necesario.
* Realizar actividad física regularmente o caminar 30 cuadres 3 veces por semana, como mínimo.
* El papel más importante de la prevención consiste en procurar una adecuada ingesta de alimentos y promover a los niños y adolescentes a que consuman menos grasas totales y colesterol en su dieta diaria. El pediatra debe insistir en este punto en sus conversaciones con los padres y los pacientes.
* Los padres pueden contribuir con el ejemplo a la formación de estilos de vida saludables, para mejorar o descender las tasas de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles.
Dra. Silvina A. Cuartas
Médica Pediatra.